El Decálogo

“Es necesario comprender que el código de ética más perfecto que ha sido escrito a través de la historia de la humanidad es el de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios.”

  

Los diez Mandamientos

    1. Amar a Dios sobre todas las cosas.
    2. No tomarás el nombre de Jehová, tu Dios, en vano.
    3. Santificar las Fiestas.
    4. Honrar al Padre y a la Madre.
    5. No Matar.
    6. No Fornicar.
    7. No Hurtar.
    8. No levantar falsos testimonios ni mentir.
    9. No desear la mujer de tu prójimo.
    10. No codiciar los bienes ajenos.

  

La letra viva

Es necesario comprender que el código de ética más perfecto que ha sido escrito a través de la historia de la humanidad es el de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Pero debemos saber lo que es la Letra Viva y la Letra Muerta.

La Letra Viva es aquella que se siente y se entiende con el corazón. Las enseñanzas más valiosas se captan a través de la inspiración y ésta tiene su basamento en el corazón.

La Letra Viva significa ver más allá de lo que está escrito, por medio de la inspiración y la intuición, que nos permiten descubrir y comprender la verdadera sabiduría.

La letra muerta nos invita a cumplir en forma fanática, dogmática y literal los mandamientos sin haberlos comprendido.

 

 El esoterismo de los diez mandamientos

La humanidad conoce la historia de los Diez Mandamientos que le diera el Señor Jehová a Moisés en dos tablas de piedra, pero no se conoce en sí la esencia de los diez mandamientos, menos aún en qué consiste la violación de los mismos.

  • Primer Mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas.
    Dios está en cada ser humano, en cada animalito, en cada planta. Está latente en todo lo creado, sea visible o invisible, orgánico o inorgánico. En consecuencia, para amar a Dios sobre todas las cosas se necesita amar al prójimo, a todos los seres de la tierra sin excepción, sean enemigos, amigos o desconocidos.Amar a Dios sobre todas las cosas significa sentir y descubrir en nosotros ese principio creador; apreciarlo e intensificarlo; inclinarnos ante Él en adoración y respeto; verlo en todo y en todos. Se debe comenzar por amar en nosotros mismos ese principio vital y después lo veremos en los demás.

    Quien viola este mandamiento se aleja de su Padre Espiritual, que es el Amor.

  • Segundo Mandamiento: No tomarás el nombre de Jehová, tu Dios, en vano.
    El hombre ha llegado a tal grado de irresponsabilidad y falta de respeto hacia las cosas de Dios, que jura por presunción o arrogancia.No juréis ni por la verdad ni por la mentira. Jurar es tomar a Dios por testigo. No hay un temor al delito de mentir, poniendo a Dios por testigo. No hay una responsabilidad consciente hacia el Verbo.“Mas, yo os digo: No juréis en ninguna manera, ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran
    Rey; ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco o negro. Mas sea vuestro hablar: Sí, sí, no, no, porque lo que es más de esto, de mal procede”.
    (S. Mateo 5. 34/37).La palabra es el resultado de una laringe que la pronuncia. La laringe hay que purificarla a través de la oración, a través de la mística, para que en ella se geste la Verdad.

    No hay que olvidar que la Verdad se encarna para que florezca la intuición.

    “Siempre que hagas oración pide que en tu laringe se geste la palabra de poder”

     Tercer Mandamiento: Santificar las Fiestas.

  • El hombre ha confundido la santificación con la pereza, pues cree que con no trabajar, ya está cumpliendo el mandamiento. El lugar donde el hombre vulgar santifica la fiesta es en la cantina, en el bar, en el cabaret, en el estadio, en el club, etc., pero no en su corazón.

    El hombre debe santificar las fiestas todos los días de su vida en su corazón, porque la santificación es una obligación de toda persona responsable consigo misma ante Dios.

    Esto demuestra que las fiestas a que las Sagradas Escrituras se refieren que debemos guardar y celebrar son las fiestas del Alma, son los momentos de advenimiento del Ser hacia nosotros donde, con una mente limpia y con un corazón lleno de amor, nos prosternamos humildemente para orar y hablando con nuestro propio Dios.

    Quien viola este mandamiento se aleja de su Espíritu Santo que es la Santidad.

     

  • Cuarto Mandamiento: Honrar a padre y madre.
    Honrar es respetar, servir, apreciar. Pero es necesario distinguir a cuál padre y cuál madre se refiere este mandamiento.

    Padre sólo hay uno, el Padre Interno, el Padre que está en los cielos. Madre sólo hay una, la Madre Bendita Devi Kundalini, la Madre Celestial.

    El hombre que nunca honra al papá y a la mamá, menos puede honrar al Padre y a la Madre Internos que no los conoce.

    Debemos honrar a quienes en este mundo ocupan esos lugares en forma material, los que nos prestaron sus cuerpos para que pudiésemos tener una nueva existencia, al padre y a la madre físicos. Ellos merecen el respeto y la honra de sus hijos.

    El hombre que frente a las tribulaciones mentales se olvida de su Madre y de su Padre internos, cae en la fragilidad y es vencido.

    La honra al Padre y a la Madre tiene íntima relación con el comportamiento de la persona consigo misma y con la sociedad.

    Quien viola este mandamiento se aleja de su Real Ser Interior. .

  • Quinto Mandamiento: No matar.
    Así como ningún mortal es capaz de infundir la vida, tampoco debe quitársela a nada ni a nadie, sea cual sea el reino o especie a que pertenezca esa vida. No matar es colaborar con la Gran Vida Universal.

    No sólo se mata con el veneno, la bala o el puñal, también se mata con el pensamiento, las palabras y las obras. Una palabra torpe, mordaz o de doble filo, así como el desprecio, también hieren y matan los sentimientos y las buenas intenciones de los seres.

    Ya dijimos que en todo cuerpo viviente está Dios como manifestación de vida. Quitarle la vida a un ser viviente, sea animal o humano, es despojar a Dios de su templo, porque el hombre es el templo de Dios y donde hay vida, ahí está Dios manifestado.

    Quien viola este mandamiento se aleja de su Alma Espiritual, que es la conciencia interior.

  • Sexto Mandamiento: No fornicar.
    Fornicar es derramar el semen en la unión sexual, no importa con quién, ni cómo, ni cuándo.

    Los diccionarios, los educadores y la mayoría de los religiosos, confunden la fornicación con el adulterio. Esto es un grave error, que ha costado muy caro al ser humano.

    Aquellos que enseñan que la fornicación es la unión sexual fuera del matrimonio o la unión sexual antes del matrimonio, son responsables de esta confusión.

    Adulterio es unión sexual con alguien que no es el cónyuge; fornicación, como ya se aclaró, es la pérdida del semen, aunque esta pérdida sea en la relación con la pareja.

    El cumplimiento del sexto mandamiento del Decálogo del Señor Jehová es la mejor fórmula para el control de la concepción, la fórmula infalible y precisa, entregada al hombre por el mismo Dios.

    Es el cumplimiento de la verdadera ciencia de la Alquimia o la ciencia de la Transmutación de lo grosero en lo sutil y energético.

    Quien viola este principio se aleja de su Alma Humana, que representa la Voluntad.

  • Séptimo Mandamiento: No hurtar.
    Hurtar es robar, es apoderarse de lo ajeno sin consentimiento de su dueño. El beneficio comercial, está permitido por la Ley Divina pero el ganar excesivamente en los negocios ya es hurto, es un atentado contra el patrimonio de la sociedad, es acumulación de riquezas.


    No sólo se roba económicamente, también se roba el honor de las personas; la dignidad y las virtudes de la mujer; los bienes raíces; la voluntad de las personas, etc.

    El hurto envilece a la persona, que por una inseguridad en sí misma, busca tener amigos y aliados sin importarle robarle el honor.

    Quien viola este mandamiento se aleja de la Mente Interior que nos confiere paz, alegría y felicidad interiores.

  • Octavo Mandamiento: No levantar falsos testimonios ni mentir.
    El Verbo, hablado o escrito, debe manejarse sabiamente, nunca para calumniar o difamar a nadie.

    La mentira es el medio más fácil para evadir la responsabilidad. La mentira es la misma disculpa que llevamos a flor de labios.

    Las calumnias van directamente contra este mandamiento, igual que sus compañeros, la maldad, el odio, el rencor, la soberbia, y la venganza, delitos que ofenden al Padre, que es la Verdad.

    Quien levanta falsos testimonios está desconectado de la Conciencia, de la Luz y del Amor; no tiene Comprensión, no tiene Amor ni Justicia.

    Actúa infringiendo la Ley y la Justicia, e imponiendo una justicia ficticia. Por una ley de compensación natural, tarde o temprano la Justicia se vuelve contra quien la ejerció.

    Quien viola este mandamiento se aleja de su mundo Astral interior, que representa el mundo de la Luz y la Verdad.

  • Noveno Mandamiento: No desear la mujer de tu prójimo.
    Para esto necesitamos comprender muy a fondo el puesto que ocupa la mujer dentro de la especie y no confundirla con un instrumento de placer como lo hace el hombre común de la calle.


    El cuerpo humano es Templo de Dios y no es para la fornicación, según nos dice el Apóstol Pablo. La mujer es el templo sagrado de la concepción de la vida y no es para desearla, sino para amarla de verdad limpiamente en pensamiento, palabra y obra cuando nos corresponde como esposa.

    La mujer es un complemento del hombre y viceversa. Quien busca su complemento y se une a él, lo hace bien. Quien desea la mujer, o la mujer que desea al hombre por pasión, no por complemento, lo hace mal.

    Hay que viajar por el camino de la vida solo, pero hay que buscar el complemento para que el aceite que hace arder nuestra lámpara nunca se acabe.

    Quien viola este principio falsea y contamina su cuerpo Vital, donde residen los fundamentos energéticos de la vida.

  • Décimo Mandamiento: No codiciar los bienes ajenos.
    Codicia es apetito desordenado de adquirir riquezas o bienes; es ansia de acumulación, ambición desmedida de querer poseer lo que otros poseen.
    La sabiduría cósmica enseña que cada cual tiene lo que se merece y lo que por Ley debe tener. Por este motivo es un error desear o codiciar lo que no nos hemos ganado, lo que no es nuestro y que no nos corresponde de acuerdo con la Ley.

    Codiciar es no aceptar la vida como es y las circunstancias que la rodean como
    merecidas de acuerdo al karma.

    Quien viola este mandamiento entra en conflicto con su mundo físico o Malkut, para la Kábala hebraica.

 

 Los diez mandamientos y lo trascendente

El decálogo tiene dos aspectos bien definidos.

El primer aspecto se refiere a la relación del hombre con la divinidad: estos son los cinco primeros mandamientos.

El segundo aspecto marca la relación del hombre para con sus semejantes: los cinco últimos mandamientos.

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